El glaucoma es la causa principal de ceguera en personas mayores de 60 años. Si bien se trata de una enfermedad silente en las primeras etapas, realizar chequeos para detectarlo es crucial ya que si trata en forma precoz, puede prevenirse
A pesar de ser silenciosa, frente a un aumento muy marcado de la presión intraocular, esta condición puede manifestar ciertos síntomas, como la percepción de halos alrededor de las fuentes de luz, un cansancio intenso en la visión e, incluso, náuseas y cefalea.
De no ser tratado a tiempo, el glaucoma provocará principalmente una pérdida progresiva del campo visual pudiendo llevar, en los casos no controlados o muy avanzados, a la ceguera.
Si bien esta enfermedad no puede evitarse, sí se puede detener con un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado. Por eso es muy importante realizar detección precoz en cualquier consulta oftalmológica.
¿Por qué el glaucoma afecta la visión?
El glaucoma es una enfermedad generalmente relacionada con un aumento patológico de la presión dentro del ojo. Esto daña el nervio óptico y las fibras ganglionares, lo cual provoca una pérdida progresiva del campo visual, hasta llegar a la disminución severa de la visión y la posible ceguera.
Como ya se ha dicho, esta enfermedad es silenciosa, por lo que no tiene síntomas sobre todo en las primeras etapas.
Generalmente, cuando alguien tiene esta condición, lo percibe recién cuando la enfermedad ya se encuentra muy avanzada. Lamentablemente, la visión perdida es casi imposible de recuperar con tratamiento.
Este es el motivo por el cual es tan importante realizar chequeos oftalmológicos aunque no haya ningún síntoma y, sobre todo, si hay antecedentes en la familia.
Si se detecta a tiempo, se puede evitar y detener el avance de los daños en el ojo y así evitar una pérdida total e irreversible de la capacidad visual del mismo.
¿Cómo se puede tratar el glaucoma?
Si al realizar las consultas oftalmológicas, la tonometría y todos los estudios del nervio óptico, se realiza el diagnóstico de glaucoma, el siguiente paso es identificar a qué tipo corresponde.
Dependiendo del tipo de glaucoma ante el cual nos encontremos (de ángulo abierto, de ángulo cerrado, etc.), se indicará el mejor tratamiento para cada caso en particular.
Por ejemplo, se podrá optar por tratamientos tópicos (gotas), láser o quirúrgicos, dependiendo de las necesidades de cada cuadro particular. Todas estas decisiones deberán ser tomadas por el oftalmólogo.
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